J. Quero
Muy apreciado en los circuitos de las galerías de arte, Quero combinó su amor por la pintura con su profesión, la oftalmología. Precisamente fueron los estudios de medicina los que le trajeron a la capital del Turia, donde era un prestigioso oftalmólogo.
Poco a poco fue aficionándose al Círculo de Bellas Artes, hasta que decidió comenzar a pintar, algo que hizo en 1968. Dos años después inició su actividad expositiva, que le llevó a colgar sus cuadros en circuitos como Muestra Internacional de Arte Médico en Turín (1970), Art’74 de Basilea, ARCO en Madrid, Interarte en Valencia, Art Cologne o Fiac en París. Su obra se expuso también en prestigiosos museos valencianos, como el IVAM. Uno de los últimos actos públicos en los que participó fue a raíz de la donación de su legado a la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos,
Los cuadros, que protagonizaron una exposición monográfica en la citada institución, quedaron después depositados en el Museo de Bellas Artes San Pío V.
Muestra retrospectiva
Dos años antes, el Consorcio Valenciano de Museos organizó una muestra retrospectiva de la obra de Quero en las Atarazanas. Allí pudieron verse un centenar de pinturas salidas de la paleta del artista entre 1969 a 2001 y descubrir su evolución pictórica en las diferentes etapas en que se encuadra su carrera.
En un primer estadío profesional (desde finales de los 60 hasta principio de los 70) se puede observar el interés de Quero por los paisajes portuarios, poblados por barcos desvencijados. Comienza ya a destacar la atracción del artista por la figuración y la abstracción, claves en su producción a partir de los 70.
A partir de 1972 la luz irrumpe en los trabajos de Quero. Los siete años siguientes crea la serie en la que destacan las líneas geométricas. A esta le siguen las series, en la que una puerta cerrada se convierte en elemento inquietante, como si se tratara de un mundo imposible; con obras oníricas que derivan hacia lo ciberespacial, y, una etapa que el pintor navega entre el y la pintura.
Las pinturas de José Quero estaban pobladas de personajes extraños que habitaban espacios, de ahí el misterio que envolvía sus trazos.