David Arnas

1976

D. Arnas

Una y otra vez, David Arnás se detiene ante personajes, reales los unos, e imaginarios otros, que le apasionan, y sobre todo que le extrañan, y nos quiere transmitir eso apasionamiento, esa extrañeza suyos de pintor. Una y otra vez, recurre para ello a las coronas, a las flechas, a los corazones, a las ristras de números. Una y otra vez, se fla en su indumentaria, en sus vistosas corbatas.
Una y otra vez, los escenarios son neutros: el viejo calé del centro, la sala do pren-
sa con micrófonos de Ahora que digo, o esa Piscina que inevitablemente nos lleva.
hacia las de David Hockney, y también hacia las de Carlos Alcolea,

Desde el punto de vista del “cómo”, me llama mucho la atención, en todos y
¡cada uno de los momentos que, encadenados, integran esta pintura ya pertinente
y poderosa, el lenguaje disperso y fragmentado al que ha hecho referencia a pro-
pósito de En un café del centro, Se trata de un lenguaje brilante, y que no tiene
demasiado que ver con los que están actualmente en curso en nuestra escena, De
un lenguaje figurativo, que mezcla una gran agudeza a la hora de analizar los ros-
tros, y un gran desenfado a la hora de resolver el resto de la superficie del cuadro.
De un lenguaje que le concede protagonismo a colores dulzones, edulcorados,
¡somo a menudo lo son los colores, en los medios de comunicación de masas, ya
sean impresos, ya sean electrónicos. De un lenguaje que se acerca mucho al del
mencionado Larry Divers, y también al de Kitaj, dos nombres norteamericanos que
los manuales adscriben al pop art, aunque verles sólo como eso sea reduccionis-
ta. Del lenguaje de alguien, David Amás, que sin tener todavía demasiado camino
asus espaldas, ya posee instinto de pintor, frescura de mirada, y voluntad de, pin-
tando, contarnos historias que no nos dejen indiferentes.