Daniel Sabater
En 1912 se traslada a París y pinta para las Hermanas de San Vicente de Paul], gran cantidad de retratos de la Venerable Madre y de San Vicente, que expedían para sus Misiones de China. Luego recibió una pequeña pensión y volvió a Magrid donde pasó la primera Guerra Mundial, pintando para anticuarios miniaturas, que los expertos y marchantes atribuyeron a maestros del siglo XVII.
Este desengaño motivó su éxodo marítimo, que quedaría coronado con grandes triunfos y una cuantiosa producción repartida entre los más importantes museos y colecciones particulares de la geografía americana.
Nueva York guarda dos de sus obras en la Hispanic-Society pf América. En Cuba, en el Museo Nacional de la Habana poseen dos lienzos, en una Galería se encuentran: “Cabeza de Cristo”, “Todos seremos iguales”, “La Verdad» y “La vida y sus espinas”. Méjico es depositario asimismo de muchas de sus producciones, tanto en la capital como en la mayoría de sus importantes ciudades; al igual que en Brasil y en Uruguay.
Su gran capacidad y prodigiosa feracidad creadora, han permitido que su obra se pueda extender también por Europa e introducirse en las mejores colecciones y museos, como los de Holanda, Bélgica, Alemania, Suecia y España.
El ciclo de su agitada vida se cerró el 27 de septiembre de 1951.