A. Costa

1943

A. Costa

Vive su infancia y adolescencia en la villa natal, junto al océano Atiántico. Alos diecisiete años se traslada a Barcelona. El joven gallego tiene una vocación definida, pero no un oficio concreto, y atraviesa dificultades en la gran ciudad, hasta que en 1967 realiza su primera exposición. Pronto descubre su talento un crítico de prestigio, Cesáreo Rodríguez Aguilera, otro transterrado, que ejerce la judicatura y la crítica de arte y llegó a Cataluña desde su Quesada natal, donde vió nacer y crecer al inmenso pintor Rafael Zabaleta. Años después, la misma prestigiosa firma refrendada la calidad plástica del gallego, que posee un dibujo mágico y una paleta evanescente, de una elegancia natural realmente única. Desde la inicial exposición jienense, Costa Beiro trabaja de modo incansable. Es seleccionado para una muestra colectiva de dibujo que lleva el nombre de Joan Miró.

En 1972 se le concede una beca de la Fundación March para conocer Florencia, hecho que tendrá una influencia decisiva en su futuro estético. El gallego realiza carteles y participa en colectivas internacionales. Hace series de grabados que incrementan su prestigio y forma parte de muestras que recorren La Habana y Lisboa. Ya está preparado para empresas importantes. En 1983 obtiene una beca del Ministerio de Cultura, y el Ayuntamiento de Noia le otorga la medalla de la villa, a la que ha dedicado carteles festeros y otros agasajos. Su presencia en el libro es constante, con ilustraciones para obras de Costa Clavel y Neira Vilas. En 1984 concluye uno de sus grandes empeños, una pintura de 2.000 metros cuadrados, iniciada tres años antes, en el Instituto Frenopático de Barcelona. Ilustra series de artículos en prensa, firmados por su amigo el escritor Xavier Costa Clavel, y los poemas de Rodríguez Aguilera Sus exposiciones se suceden en toda España. Nuevos murales, en 1985, en una industria coruñesa y en el Instituto Xelmírez de Compostela.

Más murales, en establecimientos carcelarios.
Exposiciones importantes fuera de España. Estamos en los años ochenta, de intensa actividad para el artista, que ha consolidado su fama en el extranjero, principalmente en Francia y en Alemania. En 1988 realiza una gran exposición en el Kiosko Alfonso de A Coruña, que demuestra a sus paisanos la justificación de su fama. Recibe encargos oficiales constantemente. Sus carpetas de grabados interesan a los coleccionistas. Su fama está consolidada dentro y fuera de España. Figura en los museos Provinciales de Lugo, de Pontevedra, de Sada, A Coruña; de Arte Moderno de Barcelona, de Palma de Mallorca, de Hospitalet, Barcelona, Provincial de Burgos, de Arte moderno de Madrid,
Zabaleta de Quesada, Jaén: de Gerona: de Ostende, Bélgica de Vigo y de la fundación March, en Madrid. También está representado en instituciones oficiales como el Instituto Padre Sarmiento de Santiago, Universidad de Compostela, Xunta de Galicia, Ayuntamiento de A Coruña, Generalitat de Barcelona, Diputaciones provinciales de Santander, Gerona, Guadalajara, y el Congreso de los Diputados. La pintura de Costa Beiro es un personalísimo expresionismo lírico. Tiene concomitancias con Francis Bacon, si bien desde totales libertades. Sus figuras danzan y poseen una incontenible
dinámica. Se inscriben en fondos como espejos de azogue perdido, en rosas, carmines, azules, amarillos. Basada en un prodigioso, rítmico dibujo, la materia es leve, decaída, con texturas muy ricas y contrastes tonales de efectismo de vidriera. Prácticamente nunca se ha apartado de una vaga figuración, aunque las dosis de abstracción sean considerables. Sabe aprovechar recursos del cubismo y aun del surrealismo en composiciones medidas, en la que late la geometría bien digerida. Una enorme alegría, un ámbito lúdico preside estas pinturas en las que están el mito, el onirismo, la evocación y la ideación en perspectivas infinitas que emparentan, a veces, con el menos riguroso Dalí, a quien sin duda conoce bien. Asu modo, Costa Beiro, como buen gallego, es un barroco apasionado y en definitiva, un gran creador y un enorme pintor

A. Costa

Vive su infancia y adolescencia en la villa natal, junto al océano Atiántico. Alos diecisiete años se traslada a Barcelona. El joven gallego tiene una vocación definida, pero no un oficio concreto, y atraviesa dificultades en la gran ciudad, hasta que en 1967 realiza su primera exposición. Pronto descubre su talento un crítico de prestigio, Cesáreo Rodríguez Aguilera, otro transterrado, que ejerce la judicatura y la crítica de arte y llegó a Cataluña desde su Quesada natal, donde vió nacer y crecer al inmenso pintor Rafael Zabaleta. Años después, la misma prestigiosa firma refrendada la calidad plástica del gallego, que posee un dibujo mágico y una paleta evanescente, de una elegancia natural realmente única. Desde la inicial exposición jienense, Costa Beiro trabaja de modo incansable. Es seleccionado para una muestra colectiva de dibujo que lleva el nombre de Joan Miró.

En 1972 se le concede una beca de la Fundación March para conocer Florencia, hecho que tendrá una influencia decisiva en su futuro estético. El gallego realiza carteles y participa en colectivas internacionales. Hace series de grabados que incrementan su prestigio y forma parte de muestras que recorren La Habana y Lisboa. Ya está preparado para empresas importantes. En 1983 obtiene una beca del Ministerio de Cultura, y el Ayuntamiento de Noia le otorga la medalla de la villa, a la que ha dedicado carteles festeros y otros agasajos. Su presencia en el libro es constante, con ilustraciones para obras de Costa Clavel y Neira Vilas. En 1984 concluye uno de sus grandes empeños, una pintura de 2.000 metros cuadrados, iniciada tres años antes, en el Instituto Frenopático de Barcelona. Ilustra series de artículos en prensa, firmados por su amigo el escritor Xavier Costa Clavel, y los poemas de Rodríguez Aguilera Sus exposiciones se suceden en toda España. Nuevos murales, en 1985, en una industria coruñesa y en el Instituto Xelmírez de Compostela.

Más murales, en establecimientos carcelarios.
Exposiciones importantes fuera de España. Estamos en los años ochenta, de intensa actividad para el artista, que ha consolidado su fama en el extranjero, principalmente en Francia y en Alemania. En 1988 realiza una gran exposición en el Kiosko Alfonso de A Coruña, que demuestra a sus paisanos la justificación de su fama. Recibe encargos oficiales constantemente. Sus carpetas de grabados interesan a los coleccionistas. Su fama está consolidada dentro y fuera de España. Figura en los museos Provinciales de Lugo, de Pontevedra, de Sada, A Coruña; de Arte Moderno de Barcelona, de Palma de Mallorca, de Hospitalet, Barcelona, Provincial de Burgos, de Arte moderno de Madrid,
Zabaleta de Quesada, Jaén: de Gerona: de Ostende, Bélgica de Vigo y de la fundación March, en Madrid. También está representado en instituciones oficiales como el Instituto Padre Sarmiento de Santiago, Universidad de Compostela, Xunta de Galicia, Ayuntamiento de A Coruña, Generalitat de Barcelona, Diputaciones provinciales de Santander, Gerona, Guadalajara, y el Congreso de los Diputados. La pintura de Costa Beiro es un personalísimo expresionismo lírico. Tiene concomitancias con Francis Bacon, si bien desde totales libertades. Sus figuras danzan y poseen una incontenible
dinámica. Se inscriben en fondos como espejos de azogue perdido, en rosas, carmines, azules, amarillos. Basada en un prodigioso, rítmico dibujo, la materia es leve, decaída, con texturas muy ricas y contrastes tonales de efectismo de vidriera. Prácticamente nunca se ha apartado de una vaga figuración, aunque las dosis de abstracción sean considerables. Sabe aprovechar recursos del cubismo y aun del surrealismo en composiciones medidas, en la que late la geometría bien digerida. Una enorme alegría, un ámbito lúdico preside estas pinturas en las que están el mito, el onirismo, la evocación y la ideación en perspectivas infinitas que emparentan, a veces, con el menos riguroso Dalí, a quien sin duda conoce bien. Asu modo, Costa Beiro, como buen gallego, es un barroco apasionado y en definitiva, un gran creador y un enorme pintor

1982

Pedro Paricio

Pedro Paricio (Español)

Una galería inglesa convierte a Pedro Paricio en uno de los artistas
españoles más cotizados al vender sus obras hasta en 150.000 euros

La prestigiosa galería Halcyon, con tres sedes en Londres y otra en
Shangai y que tiene en su catálogo obras de maestros como Picasso y
Matisse, comenzó a representarlo en 2011. Ese año organizó su primera
exposición individual del orotavense Pedro Paricio en la capital
inglesa. Titulada Maestros de la pintura, incluyó 18 obras en las que
reinterpretó a artistas que siempre lo han inspirado como Velázquez,
Caravaggio o el propio Picasso. Lo hizo con su particular estilo pop y
su llamativa paleta de colores cautivando a los asistentes, que el mismo
día de la apertura compraron todos sus cuadros.

En la segunda exposición, Diario de un artista 2007-2012, la galería
dedica todas sus salas al tinerfeño y reedita su éxito. Las 50 piezas
son vendidas por precios que van desde los 30.000 hasta los 150.000
euros, lo que lo convierte en uno de los tres artistas españoles
contemporáneos más cotizados y en el pintor de moda de una de las
capitales del planeta. La crítica se rinde ante su talento y es incluido
en el libro de Francesca Gavin 100 New Artists (Nuevos Artistas). Juan
Manuel Bonet, exdirector del Museo Reina Sofía de Madrid, lo calificó
como «lo más fresco y lo mejor visto últimamente en el ámbito del arte
español emergente».

Pedro Paricio nació en 1982. Empezó la carrera de Bellas Artes en la
Universidad de La Laguna, pasó por Salamanca y la terminó en Barcelona,
en 2006. Proveniente de una familia humilde, para poder alcanzar su
sueño de dedicarse a la pintura trabajó de repartidor de pizzas,
cargando camiones, como payaso en fiestas infantiles, fotógrafo,
comisario de exposiciones y crítico de arte.

Sus primeras exposiciones en la Isla fueron en 2008, en la Casa de la
Cultura de La Orotava y en la Casa del Vino de El Sauzal. Luego de
colgar su obra en galerías y salas de Salamanca y Barcelona, en 2012
llegó su primera gran muestra individual en el Casino de Sevilla, que
capta la atención de los principales medios nacionales.

Tres años antes, en 2009, Paricio trabajaba como crítico de arte en una
revista en Barcelona. No le iba mal pero no le quedaba tiempo para
pintar y sintió que era momento de elegir y no lo dudó. Lo dejó todo y
se marchó a Londres. Como gran consumidor de cultura, la ciudad inglesa
le ofrecía la oportunidad de estar al día con las últimas tendencias en
todas las disciplinas del arte y esperaba encontrar allí una manera de
vivir de su vocación.

Pasó dos años durmiendo en el suelo de su estudio y perfilando una
visión personal, que cruza los límites entre lo abstracto y lo
figurativo, el objeto y la narrativa para transformar sus lienzos en
efímeras obras de teatro, como él las describe, llenas de colores vivos.
Son recurrentes en su obra los autorretratos arlequinescos que evocan su
propia estética vestidos de vaqueros azules, chaqueta negra, corbata
fina negra y su inseparable sombrero negro.

En 2011, cuando Halcyon lo dio a conocer, los críticos ingleses
comenzaron a hablar de él como el Damien Hirst español. Desde entonces,
vive cómodamente y reparte su tiempo entre su estudio londinense y el de
La Orotava. Del día 31 de este mes hasta el 8 de marzo, compartirá sede
con su admirado Óscar Domínguez. El TEA colgará Elogio de la pintura,
una muestra que reunirá 104 obras suyas de diferentes periodos
creativos, casi todas propiedad de coleccionistas privados de medio
mundo.

Fuente: laopinion.es

 

 

Pedro Paricio (English)

An English gallery makes Pedro Paricio one of the most sought-after
Spanish artists by selling his works for up to 150,000 euros

The prestigious Halcyon Gallery, with three locations in London and
another in Shanghai and which has in its catalog works by masters such
as Picasso and Matisse, began to represent him in 2011. That year he
organized his first solo exhibition of Pedro Paricio from Orotava in the
English capital. Titled Masters of painting, it included 18 works in
which he reinterpreted artists who have always inspired him, such as
Velázquez, Caravaggio or Picasso himself. He did it with his particular
pop style and his striking color palette captivating the attendees, who
on the same opening day bought all of his paintings.

In the second exhibition, Diary of an artist 2007-2012, the gallery
dedicates all its rooms to the Tenerife native and reissues its success.
The 50 pieces are sold for prices ranging from 30,000 to 150,000 euros,
which makes him one of the three most sought-after contemporary Spanish
artists and the fashionable painter of one of the capitals of the
planet. Critics surrender to his talent and he is included in Francesca
Gavin’s book 100 New Artists. Juan Manuel Bonet, former director of the
Reina Sofía Museum in Madrid, described it as «the freshest and the best
seen lately in the field of emerging Spanish art».

Pedro Paricio was born in 1982. He began his Fine Arts degree at the
University of La Laguna, passed through Salamanca and finished it in
Barcelona in 2006. Coming from a humble family, in order to achieve his
dream of dedicating himself to painting, he worked as a delivery man of
pizzas, loading trucks, as a clown at children’s parties, a
photographer, an exhibition curator, and an art critic.

His first exhibitions on the Island were in 2008, at the Casa de la
Cultura in La Orotava and at the Casa del Vino de El Sauzal. After
hanging his work in galleries and halls in Salamanca and Barcelona, ​​in
2012 the first large solo show of him arrived at the Casino de Sevilla,
which captures the attention of the main national media.

Three years earlier, in 2009, Paricio was working as an art critic for a
magazine in Barcelona. He was not doing badly but he had no time to
paint and he felt it was time to choose and he did not hesitate. He left
everything and went to London. As a great consumer of culture, the
English city offered him the opportunity to keep up to date with the
latest trends in all disciplines of art and he hoped to find there a way
to live off his vocation.

He spent two years sleeping on the floor of his studio and outlining a
personal vision, which crosses the limits between the abstract and the
figurative, the object and the narrative to transform his canvases into
ephemeral plays, as he describes them, full of colors. alive. The
harlequin self-portraits that evoke his own aesthetic are recurrent in
his work, dressed in blue jeans, a black jacket, a fine black tie and
his inseparable black hat.

In 2011, when Halcyon unveiled him, English critics began speaking of
him as the Spanish Damien Hirst. Since then, he has lived comfortably
and divides his time between his London studio and La Orotava’s. From
the 31st of this month until March 8, he will share headquarters with
his admired Oscar Domínguez. The TEA will hang Elogio de la Pintura, an
exhibition that will bring together 104 of his works from different
creative periods, almost all owned by private collectors from around the
world.

Source: laopinion.es